La vitamina C colabora con los metales presentes en el organismo para generar peróxido de hidrógeno. A diferencia de las células normales, que pueden contrarrestar los efectos del peróxido de hidrógeno, las células cancerígenas no tienen esta capacidad. En resumen, la vitamina C desempeña un papel importante en la sensibilidad de las células cancerosas al peróxido de hidrógeno.
En la década de 1970, el cirujano escocés Ewan Cameron y su colega Allan Campbell llevaron a cabo la primera prueba de administración intravenosa de dosis elevadas de vitamina C. Su trabajo posteriormente inspiró una colaboración entre Cameron y el químico ganador del Premio Nobel Linus Pauling, quien ayudó a promover aún más el potencial terapéutico de la vitamina C en el tratamiento del cáncer. Los resultados de esta terapia sencilla y segura fueron muy alentadores en el tratamiento de pacientes con cáncer avanzado.
La vitamina C es conocida como un poderoso antioxidante que proporciona muchos beneficios, como mejorar la inmunidad, proteger contra virus y bacterias, mejorar la salud cardiovascular, prevenir enfermedades oculares y reducir las arrugas. Sin embargo, muchos desconocen qué altas dosis de vitamina C administradas por vía intravenosa pueden matar las células cancerosas.
La vitamina C colabora con los metales del cuerpo para producir peróxido de hidrógeno, el cual, en concentraciones elevadas, daña el ADN de las células cancerosas, interrumpe su suministro de energía y las destruye, mientras que las células normales tienen la capacidad de reducir los efectos del peróxido de hidrógeno. Las dosis altas de vitamina C solo son tóxicas para las células cancerosas y no dañan las células sanas.
Existen preocupaciones sobre el uso de la vitamina C como agente quimioterapéutico, argumentando que podría proteger a las células cancerosas. Sin embargo, esta afirmación solo es posible si se administran pequeñas dosis. Solo dosis muy altas, que solo se pueden obtener mediante administración intravenosa, actúan de manera similar a la quimioterapia al acumularse selectivamente como peróxido en las células cancerosas. Estas dosis son tóxicas solo para los tumores.
Además de su función como agente citotóxico (cito de origen en el griego, donde «kýtos» significa «célula» y «toxikón» significa «veneno») para la células cancerosas, la vitamina C intravenosa tiene otros beneficios como aumentar la inmunidad, estimular la formación de colágeno para ayudar al cuerpo a separar el tumor, inhibir la hialuronidasa y ayudar a programar las células cancerosas para que mueran antes de tiempo.
La medicina tradicional no ofrece la vitamina C como tratamiento del cáncer debido a la falta de estudios doble ciego controlados que demuestren su eficacia. Además, la vitamina C es un nutriente natural que no se puede patentar, lo que hace que las compañías farmacéuticas no estén dispuestas a patrocinar la investigación.
La vitamina C oral no puede ayudar a combatir el cáncer debido a que el tracto intestinal limita la cantidad de vitamina C que podemos absorber y nuestro sistema digestivo no la tolera en estos niveles. La única forma de aumentar los niveles de vitamina C en la sangre lo suficiente como para matar las células cancerosas es administrándola por vía intravenosa.
La vitamina C administrada por vía intravenosa se ha utilizado con éxito durante más de 70 años sin un solo informe confirmado de ninguna dosis que cause algún daño significativo a una persona. Sin embargo, las dosis altas de vitamina C IV están contraindicadas en pacientes con una enfermedad por sobrecarga de hierro y en pacientes con insuficiencia renal o insuficiencia renal, o en aquellos sometidos a diálisis.
CENTRO MÉDICO MONOBE reconoce los beneficios de la vitamina C y la administra como parte de su Programa Médico Intensivo para el cáncer. Aunque hay pruebas sustanciales que respaldan la terapia con dosis altas de vitamina C para pacientes con cáncer, la medicina occidental no la ofrece como tratamiento estándar debido a la falta de estudios controlados y la falta de interés de las compañías farmacéuticas.
Contraindicaciones y Riesgos
Contraindicaciones:
Insuficiencia renal: Puede causar sobrecarga de fluidos y daño renal.
Hemocromatosis: Exceso de vitamina C puede aumentar la absorción de hierro, agravando esta condición.
Deficiencia de G6PD: Riesgo de hemólisis (destrucción de glóbulos rojos) en personas con esta deficiencia.
Alergias: Posibles reacciones alérgicas a componentes de la solución intravenosa.
Riesgos:
Cálculos renales: Dosis altas pueden aumentar el riesgo de formación de cálculos de oxalato.
Problemas digestivos: Aunque menos común con la vía intravenosa, pueden ocurrir náuseas o malestar.
Interacciones medicamentosas: Puede interferir con ciertos tratamientos, como la quimioterapia.
Infección en el sitio de inyección: Riesgo de infección en el lugar donde se administra la infusión.
Es esencial que la vitamina C intravenosa se administre bajo la supervisión de un profesional de la salud.
Fundamentos Científicos
Este artículo destaca la utilidad potencial de la vitamina C intravenosa como terapia complementaria para el cáncer y analiza las barreras actuales para su aceptación y aplicación.
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